Hernán Miranda
Nació en Quillota, Región de Valparaíso, en 1941, realizó estudios de Castellano y Periodismo en la Universidad de Chile, y obtuvo el grado de Magíster en Filosofía Política en la Universidad de Santiago. Es autor de una decena de volúmenes de poesía y figura en unas treinta antologías y muestras colectivas publicadas en Chile, en otros países latinoamericanos y Europa. Entre otras distinciones ha obtenido: Primer Premio de Poesìa en el Concurso de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago (1969); el Premio Internacional Casa de las Américas (La Habana, 1976); Segundo Premio en el Concurso de “El Mercurio” (1998), y el Premio Municipal de Santiago (1991). A la vez, ha obtenido diversas becas literarias. En 1971, fue becado en el Taller de Escritores de la Universidad Católica, y ha ganado la Beca del Fondo del Libro y la Lectura en 1998, 2003 y 2009.
Obras publicadas por Hernán Miranda; “Arte de vaticinar” (1970); “La Moneda y otros poemas” (La Habana, Casa de las Américas, 1976); “Versos para quien conmigo va” (1986); “Trabajos en la vía” (1987); “De este anodino tiempo diurno” (1990; Premio Municipal de Santiago, 1991); “Sonetos” (1992); “Décimas de nuestra tierra” (1993); “Anna Pink y otros poemas” (2000); “Bar abierto” (2005); “Rumbo a Corfú” (2007); “La Moneda”, edición conmemorativa (2008); “40-69”, plaquette conmemorativa (2010); y “Viajes inconclusos” (2010).
Viajes inconclusos
El libro “Viajes inconclusos” de Hernán Miranda constituye una obra compuesta por distintos textos poéticos centrados en un personaje central con referencias a la historia pasada y reciente de Chile (secciones “Artificios de la memoria” y “Homenajes”, y en parte “Ceremonias”). En la sección “Asuntos profanos” se suceden textos que apuntan en distintas direcciones como expresión de un personaje que da cuenta de su entorno y de su dramática presencia en el mundo, concluyendo con el extenso poema “Afortunados”, que, profundizando en la visión personal de la primera parte del libro, pareciera querer hacerse cargo poéticamente de los conflictos que atraviesan por distintos estratos de la sociedad chilena.
El nombre de la obra se vincula con unos versos del poeta griego, Premio Nobel de Literatura, Yorgos Seferis: “…vemos iluminarse en el crepúsculo/ maderos rotos de viajes inconclusos, / cuerpos que ya no saben cómo amar”.